Lo que hay de grande en el hombre está en ser un puente y no un fin: lo que en el hombre se puede amar es que es tin tránsito y un ocaso.
Yo amo a quienes no saben vivir de otro modo que, hundiéndose en su ocaso, pues ellos son los que pasan al otro lado.
Yo amo a los grandes despreciadores, pues ellos son los grandes veneradores, y flechas del anhelo hacia la otra orilla.
Yo amo a quienes para hundirse en su ocaso y sacrificarse, no buscan primero una razón detrás de las estrellas: sino que se sacrifican a la Tierra, para que ésta llegue algún día a ser del superhombre.
Yo amo a quien vive para conocer, y quiere conocer para que algún día el superhombre viva. Y quiere así su propio ocaso.
Yo amo a quien trabaja e inventa para construirle la casa al superhombre y prepara para él la tierra, el animal y la planta: pues quiere así su propio ocaso.
Yo amo a quien ama su virtud: pues la virtud es voluntad de ocaso y una flecha del anhelo.
Yo amo a quien no reserva para sí ni una gota de espíritu, sino que quiere ser íntegramente el espíritu de su virtud: marcha, así como espíritu por el puente.
Yo amo a quien de su virtud hace su inclinación y su fatalidad: quiere así, por mor de su virtud, seguir viviendo y no seguir viviendo.
Yo amo a quien no quiere tener demasiadas virtudes. Una virtud es más virtud que dos, porque es más nudo del que se cuelga la fatalidad.
Yo amo a aquel cuya alma se prodiga, y no quiere recibir agradecimiento ni devuelve nada: pues él regala siempre y no quiere guardarse a sí mismo.
Yo amo a quien se avergüenza cuando el dado, al caer, le da suerte, y entonces pregunta: ¿acaso soy un jugador que hace trampas? _pues quiere perecer.
Yo amo a quien delante de sus acciones arroja palabras de oro, y siempre cumple más de lo que promete: pues quiere su propio ocaso.
Yo amo a quien justifica a los hombres venideros y redime a los pasados: pues quiere perecer por los hombres del presente.
Yo amo a quien castiga a su dios porque ama a su dios: pues tiene que perecer por la cólera de su dios.
Yo amo a aquel cuya alma es profunda incluso cuando se le hiere, y que puede perecer por una pequeña vivencia: pasa así de buen grado por el puente.
Yo amo a aquel cuya alma está tan llena que se olvida de sí mismo, y todas las cosas están en él: todas las cosas devienen así su ocaso.
Yo amo a quien es de espíritu libre y de corazón libre: su cabeza no es así más que las entrañas de su corazón, pero su corazón lo empuja al ocaso.
Yo amo a todos aquellos que son como gotas pesadas que caen una a una de la oscura nube suspendida sobre el hombre: ellos anuncian que el rayo viene, y perecen como anunciadores.
Mirad, yo soy un anunciador del rayo y una pesada gota que cae de la nube: mas ese rayo se llama superhombre.
[icon name='envira' title='Sorgente'] • Así habló Zaratustra •
[icon name='file-image-o' title='Media'] • Pinterest • • •
No se han encontrado comentarios