- III. Implicancias sobre la ciudadanía

El liderazgo populista de Hugo Chávez Frías

El líder populista y el fetichismo político
En esta última sección queremos abordar la cuestión de las repercusiones que tiene el liderazgo populista de Chávez sobre la sociedad venezolana. La primera advertencia que debemos formular en contra al chavismo es lo que Pierre Bourdieu dio a conocer como el fetichismo político. En rigor de verdad Bourdieu aplicaba el término a toda forma de representación moderna pero quizás este fetichismo se expresa con más nitidez y agudeza dentro del populismo. Explica la paradoja inherente a cualquier representación política de la siguiente manera: En apariencia, el grupo hace al hombre que habla en su lugar, en su nombre – es el pensamiento en términos de delegación –, mientras que en realidad es casi tan verdadero decir que el portavoz quien hace el grupo. Porque el representante existe, porque representa (acción simbólica), el grupo representado, simbolizado, existe y hace existir a su vez a su representante de un grupo. Se ve en esta relación circular la raíz de la ilusión que hace que, en el límite, el portavoz pueda aparecer como causa sui, puesto que es la causa de lo que produce su poder, puesto que el grupo que le otorga sus poderes no existiría – o, en todo caso, no existiría plenamente, en tanto que grupo representado – si no estuviese allí para encarnarlo.

Bourdieu ve que en el limite, el portavoz puede aparecer como causa sui. Claramente con el populismo nos encontramos en este límite. No solamente porque tiende a maximizar el rol del líder y en detrimento de las instituciones sino que además, y retomando una vez más el trabajo de Ernesto Laclau, la lógica populista opera como la reivindicación de la plebs (la parte) de gobernar en nombre del populus (el todo). Desde esta perspectiva son numerosos lo que denuncian el carácter excesivamente delegativo del régimen chavista, entre otros el ex compañero de ruta Douglas Bravo quien dice de régimen chavista: hoy el pueblo no está participando. El pueblo está apoyando, que es otra cosa. El pueblo lo que hace es aplaudir y dar votos.

Otros críticos subrayan el carácter mesiánico que reviste Chávez (nosotros preferimos señalarlo como un líder que tiene un agudo sentido de la Historia). Bourdieu habla al respecto del efecto oráculo mecanismo que consiste para el líder a hacer hablar al grupo en nombre del cual habla, hablando así con toda la autoridad de este ausente inasible: anulándose completamente en provecho de Dios o del Pueblo el sacerdocio se hace Dios o Pueblo. Cuando me vuelvo Nada – y porque soy capaz de volverme Nada, de anularme, de olvidarme, de sacrificarme, de consagrarme – me vuelvo Todo, no soy nada más que el mandatario de Dios o del Pueblo, pero eso en nombre de lo que hablo es todo, y a este título soy todo. El efecto oráculo, con el fin evidente de legitimar constantemente su poder, está constantemente presente en varios discursos de Chávez. El que sigue fue pronunciado una vez aprobada por referéndum la enmienda constitucional de levantar el límite al número de reelecciones presidenciales:

Que vea el mundo como brilla la luz del pueblo de Simón Bolívar […] Aquí estoy parado firme. Mándenme el pueblo, que yo sabré obedecerle. Soldado soy del pueblo, ustedes son mi jefe […] A menos que Dios o el pueblo dispongan otra cosa, este soldado es ya precandidato a la Presidente de la República para el período 2013-2019.

Polarización de la sociedad
A la usurpación del poder que es el fetichismo político para la ciudadanía – aunque como lo vimos no es algo propio al populismo – existe también la tendencia a una polarización exacerbada. El caso venezolano resulta aún más problemático por el sesgo cívico-militar que reviste el chavismo. Las declaraciones de Norberto Ceresole, autor de la formula Caudillo – Ejército – Pueblo, no son para suscitar optimismo al respecto: Personalmente estoy convencido de que el presidente Chávez deberá terminar de pulverizar, en un plazo de tiempo relativamente corto, al viejo y corrupto sistema político venezolano y a prácticamente todas las instituciones que lo articularon en el tiempo «democrático» del Pacto de Punto Fijo. Ello significa que las circunstancias que se avecinan lo obligarán a asumir – de una manera cada vez más explícita – un liderazgo personal sobre la totalidad del proceso venezolano. Los acontecimientos internos lo obligarán (y no sólo simbólicamente) a llevar el uniforme militar con cada vez mayor frecuencia, porque sólo un «partido» cívico-militar podrá actuar con eficacia – ya está actuando como situación de facto – entre el líder y la masa.

Desde un plano más teórico podemos afirmar que el populismo tiene como corolario subyacente una polarización de la sociedad, independientemente de su líder, por el siguiente motivo: si la plebs reivindica la legitimidad del todo, significa que no deja espacio para la oposición democrática. Lo que hay no son opositores sino en el fondo enemigos a la causa popular, es decir enemigos públicos. Carl Schmitt en su obra el concepto de lo político desarrolla lo que entiende por enemigo: Enemigo no es el competidor o el adversario en general. Enemigo no es siquiera el adversario privado que nos odia debido a sentimientos de antipatía. Enemigo es sólo un conjunto de hombres que combate, al menos virtualmente, o sea sobre una posibilidad real, y que se contrapone a otro agrupamiento humano del mismo género. Enemigo es sólo el enemigo público, puesto que todo lo que se refiere a semejante agrupamiento, y en particular a un pueblo íntegro, deviene por ello mismo público. El enemigo es el hostis, no el inimicus en sentido amplio.

Llevado a sus últimas consecuencias el populismo desemboca en la división schmittiana amigo – enemigo, que dentro de un Estado no es otra cosa que la guerra civil. Petkoff no puede ser más explicito al respecto: Chávez ha mantenido un discurso divisivo, agresivo e intolerante que durante una cierta época generó respuestas del mismo tenor por parte de algunos sectores de la oposición, y el país se polarizó y se dividió. El país vive una grande fractura psicológica. Aquí hay el estado anímico de las guerras civiles. Y Chávez no dice otra cosa: Cuando hablo de revolución armada no estoy hablando de metáforas; armada es que tiene fusiles, tanques, aviones y miles de hombres listos para defenderla. En más de una ocasión Chávez advirtió las consecuencias que provocarían su eliminación No se les ocurra! No por mí, sino por lo que puede pasar en Venezuela, haciendo clara referencia al asesinato del líder colombiano Jorge Eliecer Gaitán y al periodo de violentas protestas y desordenes que siguió, conocido en Colombia como el Bogotazo.

Populismo y desinstitucionalización
Terminamos nuestro análisis sobre las consecuencias que lleva el liderazgo populista con la espinosa cuestión de la institucionalización, lo que nos dará el pie para concluir, de forma algo especulativa, sobre las posibles formas de sucesión a Chávez y al chavismo. En el estudio que realizan sobre los fundamentos filosófico-políticos del decisionismo presidencial en la Argentina, Fabián Bosoer y Santiago Leiras explican en que un liderazgo personalista basado exclusivamente sobre la decisión y no la norma se encuentra prisionero de su propia lógica:

La doctrina decisionista […] contiene en su núcleo las razones de su propia limitación, inherentes a su principio de legitimidad: es incapaz de institucionalizarse, al descansar en última instancia, en la figura del líder plebiscitario como única fuente de la decisión eficaz y garantía de la estabilidad política y económica. Encuentra de este modo, en los confines de su energía política, una y otra vez, las circunstancias en las cuales se produjo su ascenso. Es más; precisa recrearlas para mantener su base de sustentación argumental. En términos hobbesianos, fuera de este principio «acecha» permanentemente el estado de naturaleza.

Es a este problema que se expone Chávez. Su carisma y su liderazgo decisionalista lo impiden de algún modo institucionalizarse y aunque logre permanecer en el poder hasta el 2021 la cuestión de su sucesión será cada vez más angustiante para los sectores de la sociedad que lo apoyan. Chávez suele proclamar para ser chavista hay que ser como yo, y el desafió en los años que vienen consiste en evitar que fuera de Chávez no hay chavismo.

Conclusión
El liderazgo populista de Hugo Chávez FríasLa intención de este trabajo ha sido el de mezclar rasgos sistemáticos, el populismo como lógica política, con características propias al líder Hugo Chávez, con el fin de echar luz sobre el escenario político venezolano de estos últimos años. En este sentido la metáfora maquiaveliana de la fortuna y la virtud es completamente apropiada. Tendemos a pensar que el surgimiento del populismo en Venezuela tenía algo de inevitable, lo que intentamos poner en evidencia por los aspectos teóricos de Laclau y el contexto socio económico y político de Venezuela. Sin embargo no quisimos disminuir el carácter central que Chávez juega en este proceso al ser un líder decisionalista y audaz, no cabe duda al respecto que el populismo venezolano habría revestido un rumbo diferente con la llegada al poder, por ejemplo, de Francisco Arias Cárdenas.

A modo de conclusión, y con la idea también de abrir nuevas líneas de investigación, nos proponemos esbozar cuatro escenarios posibles para el futuro de Venezuela que hemos clasificados por su nivel de peligrosidad. El primer escenario sería el de un agotamiento del propio régimen de Chávez. Como lo rescata Laclau al evocar la experiencia cartista en la Inglaterra del siglo XIX, basta con que los lazos equivalenciales se disgreguen, transformando las demandas populares en una pluralidad de demandas democráticas, para que el populismo pierda su raison d’être. Otra causa podría ser el aburrimiento del propio electorado chavista, sensación que puede ocurrir después de largos años en el poder. Después de todo incluso el propio De Gaulle, con todas sus credenciales y su estatura de hombre de Estado, terminó por aburrir. Este primer escenario nos parece, por lo menos en los próximos años, altamente improbable si se tiene en cuenta los niveles de pobreza imperantes en el país y el apoyo incondicional, que consagran los sectores humildes a Chávez. El segundo escenario sería el de una cubanización, entendiendo con este término la permanencia en el poder ad vitam eternam del líder máximo de la Revolución. No faltan los opositores, especialmente dentro de los rangos de las clases cómodas, quienes ven en Chávez un celoso discípulo del modelo cubano y temen con ver en Venezuela un paulatino proceso de pauperización. La permanencia de Chávez en el poder es bastante plausible viniendo de un líder que goza de amplios márgenes de popularidad y declaró Gobernaré hasta que se me sequen los huesos. Con respecto al proceso de pauperización a la cubana emitimos ciertas reservas. Venezuela produce petróleo, Cuba azúcar. El PIB por habitante es de hecho uno de los más elevados en Sudamérica, pero como lo dijimos la desigualdad entre pobres y ricos es todavía abismal. Veamos el tercer escenario, el que nos parece lo más probable de todos: una polarización del escenario político entre chavistas y anti chavistas tal como la hubo en la Argentina post 1955. Esto querría decir que el chavismo logre de algún modo a institucionalizarse, fuera de Chávez pero con referencia constante a su legado político. Finalmente no podemos omitir un cuarto escenario, el más desastroso de todos: el de una guerra civil provocada por una polarización de la sociedad exacerbada. Si bien un escenario a la Schmitt queda posible por la praxis populista chavista, a las antípodas del espíritu puntofijista, lo asociaríamos más un país como Bolivia en el que además de una confrontación ricos – pobres se agrega un componente racista, componente que no encontramos con la misma intensidad en Venezuela.


Créditos
[icon name='user-md' title='Autore'] • Thomas Colombet •
[icon name='info' title='Info'] • Facultad de Ciencias Sociales – Carrera de Ciencia Política •
[icon name='file-image-o' title='Media'] • Pinterest •   •  •