Dos cualidades de la voluntad de poder: afirmación y negación
Yo fui el primero en ver la auténtica antítesis – el instinto degenerativo, que se Vuelve contra la Vida con subterránea avidez de Venganza (- el cristianismo, la filosofía de Schopenhauer, en cierto sentido ya la filosofía de Platón, el idealismo entero, como formas típicas), y una fórmula de la afirmación suprema, nacida de la abundancia, de la sobreabundancia, un decir sí sin reservas aun al sufrimiento, aun a la culpa misma, aun a todo lo problemático y extraño de la existencia… Este sí último, sumamente gozoso, sumamente arrogante en su exuberancia dicho a la Vida no es sólo la intelección suprema, sino también la más honda, la más rigurosamente confirmada y sostenida por la Verdad y la ciencia. No hay que sustraer nada de lo que es, nada es prescindible – los aspectos de la existencia rechazados por los cristianos y por otros nihilistas pertenecen incluso a un orden infinitamente superior, en la jerarquía de los Valores, que aquello que el instinto de décadence pudo lícitamente dar por bueno, llamar bueno. Para captar esto se necesita arrojo y, como condición de él, un exceso de fuerza: pues uno se acerca a la Verdad exactamente en la medida en que al arrojo le es lícito osar ir hacia delante, exactamente en la inédita de la fuerza. El conocimiento, el decir sí a la reali dad, es una necesidad para el fuerte, así como son una necesidad para el débil, bajo la inspiración de la debilidad, la cobardía y la huida de la realidad -el «ideal»… Los segundos no son dueños de conocer: los décadents tienen necesidad de la mentira – ella es una de sus condiciones de conservación.

Créditos
[icon name='user-md' title='Autore'] • Friedrich Nietzsche •
[icon name='envira' title='Sorgente'] • Ecce Homo •
 [icon name='info-circle' title='Info'] • El nacimiento de la tragedia •
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