Diónisos y Zaratustra: su parentesco
Entonces un habla me habló sin voz: «¿Lo sabes, Zaratustra?»
Y yo grité de terror ante ese susurro, y la sangre abandonó mi rostro: pero callé.
Entonces volvió a hablarme sin voz: «¡Lo sabes, Zaratustra, pero no lo pronuncias!»
– Y yo respondí por fin, igual que un testarudo: «Sí, lo sé, ¡pero no quiero pronunciarlo!»
Entonces me habló de nuevo sin voz: «¿No quieres, Zaratustra? ¿Es eso verdad? ¡No te escondas en tu testarudez!»
– Y yo lloré y temblé como un niño, y dije: «¡Ay, ya lo querría, más cómo poderlo! ¡Dispénsame de eso! ¡Está por encima de mis fuerzas!»
Entonces me habló de nuevo sin voz: «¡Qué importas tú, Zaratustra! ¡Di tu palabra y hazte pedazos!»
– Y yo respondí: «Ay, ¿es mi palabra? ¿Quién soy yo? Yo espero a uno más digno; no soy siquiera digno de hacerme pedazos contra él».
Entonces me habló de nuevo sin voz: «¿Qué importas tú? Para mí no eres aún bastante humilde. La humildad tiene la piel más dura de todas».
– Y yo respondí: «¡Qué cosas no ha portado ya la piel de mi humildad! Yo habito al pie de mi altura: ¿cuál es la altura de mis cimas? Nadie me lo ha dicho todavía. Pero conozco bien mis valles».
Entonces me habló de nuevo sin voz: «Oh Zaratustra, quien ha de trasladar montañas traslada también valles y hondonadas».
– Y yo respondí: «Mi palabra no ha trasladado aún montañas, y lo que he pronunciado no ha alcanzado a los hombres. Yo ciertamente he ido a los hombres, pero todavía no he llegado hasta ellos».
Entonces me habló de nuevo sin voz: «¡Qué sabes tú de eso! El rocío cae sobre la hierba cuando la noche está más callada que nunca».
– Y yo respondí: «Ellos se burlaron de mí cuando encontré mi propio camino y marché por él; y, en verdad, mis pies temblaban entonces.
Y así me dijeron: ¡olvidaste el camino, ahora olvidas también el andar!»
Entonces me habló de nuevo sin voz: «¡Qué importa su burla! Tú eres uno que ha olvidado el obedecer: ¡ahora debes mandar!»
¿No sabes quién es el más necesario para todos? El que manda algo grande.
Llevar a cabo algo grande es difícil: pero más difícil es mandarlo.
Esto es lo más imperdonable en ti: tienes el poder, y no quieres dominar».
– Y yo respondí: «Me falta la voz del león para mandar».
Entonces me habló de nuevo como un susurro: «Las palabras más silenciosas son las que traen la tempestad. Pensamientos que vienen con pies de paloma dirigen el mundo.
Oh Zaratustra, debes caminar como una sombra de lo que tiene que venir: así mandarás y, mandando, irás por delante».
– Y yo respondí: Me avergüenzo».
Entonces me habló de nuevo sin voz: «Tienes que devenir todavía niño y no tener vergüenza.
El orgullo de la juventud está todavía sobre ti, tarde te has hecho joven: pero quien quiera devenir niño tiene que superar todavía su juventud».
– Y yo medité durante largo tiempo, y temblaba. Pero acabé por decir lo que dije primero: «No quiero».
«Entonces sucedió un reír alrededor de mí. ¡Ay, cómo ese reír me desgarró las entrañas y me rajó el corazón!
Y por última vez me habló: «¡Oh Zaratustra, tus frutos están maduros, pero tú no estás maduro para tus frutos!
Por ello tienes que volver de nuevo a la soledad: pues debes ponerte tierno aún».

Créditos
[icon name='user-md' title='Autore'] • Friedrich Nietzsche •
[icon name='envira' title='Sorgente'] • Así habló Zaratustra •
 [icon name='info-circle' title='Info'] • La más silenciosa de todas las horas •
[icon name='file-image-o' title='Media'] • Pinterest •   •  •